domingo, 18 de enero de 2015

Compartiendo un desayuno emocional.

Hace unos días, quedé para desayunar con una amiga a la que también me une el ámbito profesional así que teníamos muchos temas de qué hablar; pero nosotras a lo nuestro, como las dos somos muy emocionales, de un plumazo concretamos el tema profesional y nos centramos en nuestras historias emocionales.

Hablando con ella, me daba cuenta, de que no hay edad para el amor, que tenemos que vivir con plenitud y hacernos conscientes de cada una de las acciones diarias que realizamos, de lo que decimos y de lo que no decimos, pero expresamos. 

Que nuestras competencias emocionales, no se devalúan por las caídas y recaídas que tengamos, sino de cómo actuamos y con qué fuerza nos levantamos, eso es lo que cuenta.

Ella, me hablo de un cuento, que escribo a continuación:

Esto también pasará



-“El rey dijo a los sabios de la Corte: quiero hacer un precioso anillo, pero quiero guardar dentro de éste algún sabio mensaje que pueda ayudarme en los momentos de desesperación total, y que ayude también a mis herederos y a los herederos de mis herederos para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño que quepa en el anillo.
-Los sabios pensaron, buscaron en los libros pero no pudieron encontrar nada. Se hizo un concurso en todo el reino, y de la montaña bajó un viejo ermitaño diciendo:

-Yo conozco el mensaje.
-El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo pasó al rey.
- Te lo voy a entregar, pero no lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a una situación.
-El tiempo pasó y el momento llegó. El territorio fue invadido y el rey perdió el trono. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus adversarios lo seguían. De pronto llegó a un lugar donde el camino se acababa y no había salida. De repente se acordó de su anillo. Lo abrió, sacó el papel y encontró el pequeño mensaje que sólo decía:
-“No te preocupes, esto también pasará”.
-Mientras lo leía sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos, que tan fieramente lo perseguían, debieron haberse perdido en el bosque. El rey se sintió profundamente agradecido con aquel místico desconocido, dobló el papel y volvió a guardarlo en el anillo, reunió sus ejércitos y reconquistó el reino.

-El día que entró victorioso a la capital hubo una gran celebración, pero el rey fue a buscar al ermitaño para agradecerle:

-Majestad, no necesita darme las gracias, pero le pido que lea nuevamente el mensaje del anillo.
-¿Qué quieres decir? preguntó el rey.
-Ahora soy victorioso, el mundo está a mis pies.
-Este mensaje no es sólo para cuando estás derrotado, es también para cuando hayas triunfado.
-El rey abrió el anillo y leyó el mensaje:
“No te preocupes, esto también pasará”.
-Y en medio de la muchedumbre que danzaba y bailaba, sintió la misma paz y el mismo silencio del bosque.”

Fuente: "Cuentos para pensar" de Jorge Bucay.

Después de escucharla, cuando llegué a casa busqué el cuento, para leerlo y entenderlo mejor y me hizo pensar mucho... Me hizo pensar que cuando atravesamos situaciones adversas, recibimos un golpe físico o emocional, vivimos situaciones que no nos gustan o  no queremos aceptar, sí, nos va  bien mirar el anillo y leer el mensaje: "No te preocupes, esto también pasará", pero... y cuando vivimos situaciones de éxito, somos populares en determinadas épocas o todo nos rueda y somos muy dichosas en nuestras facetas como padres, parejas, familiares, también sería bueno leer el mensaje del anillo, porque no te preocupes, también esto, pasará. 

No nos tenemos que apegar ni a nuestras penas ni a nuestras alegrías, todo llega, todo pasa y todo cambia, así es y apegarse a unas situaciones o unos resultados sólo nos sirve para sufrir, el dolor es inevitable, si viene, tenemos que aceptarlo, vivirlo, superarlo, pero el sufrimiento, esto, me lo busco yo. 

Tenemos que trabajar por mejorarnos como personas, para hacer lo mejor que podemos hacer en cada situación, pero sin apegos,  pensando que somos inquilinos de este mundo, lo que hay en él no es nuestro,va y viene,  si lo cuidamos,  puede ser nuestro legado a otros seres y sobre todo que todo es cíclico, hoy estoy arriba, mañana estoy abajo y tengo que rehacerme para volver a subir y así una y otra vez... Ahora bien, nunca dejar de aprender y de trabajar, para mejorarnos.

Gracias por este desayuno emocional. Un abrazo.





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